Hace
algunos años –quizá deba decir algunas décadas–, circulaba en Uruguay un
ingenioso anuncio televisivo en el que un hombre, que estaba en un bar y notaba
la falta de sal en la mesa, le preguntaba al camarero (garçom), al mozo –en “uruguayo”–, si tenía salero. Este, muy
sorprendido –casi ofendido–, le replicaba: “¿Que si tengo salero?”. Entonces se
quitaba su chaqueta blanca de mozo, debajo de la que se escondía una despampanante blusa roja de
gitano, de flamenco, y se ponía a bailar con mucho “salero”. Desde luego, era
un mozo muy saleroso.
La anécdota (“o
caso”) nos sirve para explicar qué es el salero y también para demostrar que,
si bien el término es oriundo de España –y define uno de los rasgos más característicos
del pueblo español–, se conoce bien en otros países de habla hispana e incluso
ha correspondido en parte a un país hispanoamericano, México, difundir el
término a través de la famosa canción “Malagueña (mujer de Málaga, Andalucía) salerosa”.
Sara Montiel, una de las españolas más salerosas de todos los tiempos |
Antes de definir “salero”, digamos que en español tanto el sustantivo “sal” como el adjetivo “salado, a” (salgado), además de emplearse en sus sentidos bien conocidos, se usan para referirse a alguien que tiene ingenio, gracia, viveza, “chispa” (en este sentido se emplea “sal” también en portugués: “Fulano é uma pessoa sem sal”). Salado en español es alguien “gracioso, agudo y chistoso”, de acuerdo con el DLE (Diccionario de la Lengua Española). Una persona atractiva, que divierte, que llama la atención. Es lo contrario de alguien “soso”, es decir, literalmente “sin sal”, que carece de gracia.
La palabra “salero”,
que evidentemente también viene de “sal”, está íntimamente ligada a estos
sentidos de “sal” y “salado”. Y, además, como ocurre con la palabra “saudade”,
que se ha incorporado al léxico de la lengua española, el término “salero”
también forma parte del léxico portugués y está, por tanto, en los diccionarios
de lengua portuguesa.
Según el DLE, “salero” es un sustantivo masculino
que significa “gracia, donaire”. Entonces quizá se pregunten qué es “donaire”,
palabra que existe tanto en portugués como en español y que comparte en ambas
lenguas al menos uno de sus sentidos. Una persona que tiene gracia en la forma
de andar, de hablar, de comportarse; que tiene gallardía, garbo, gentileza, viveza es alguien con donaire; alguien que, de acuerdo con la etimología de donaire (de
“donare”), “dona”, “da”, "despide" gracia, brillo y chispa. También, según el
DLE, “donaire” significa “chiste (piada) o dicho (dito) gracioso y agudo”.
Generalmente el
salero se asocia con los andaluces, pues estos tienen fama de ser muy divertidos,
vivaces, chispeantes, graciosos; son gente que deslumbra por su donaire. Sin
duda, el andaluz es un pueblo muy animado. Los andaluces son amantes del cante,
de la danza y de la poesía. De ahí que el salero también se asocie con el
flamenco, ese arte de raíces tan hondas y tan sugestivas. Y, por antonomasia,
con la mujer andaluza, con su gracia y encanto femeninos. A esta asociación ha
contribuido también la canción mexicana que citábamos antes. Pero el salero
está aquí y allá en el mundo hispánico, desperdigando sus graciosos cristales
en otras regiones de España e incluso fuera de ella.
En fin, según el
contexto, "salero" podrá traducirse al portugués por “graça, donaire, garbo, vivacidade,
encanto, etc.”, o bien se podrá optar por “salero”, palabra que, como decíamos,
existe en la lengua portuguesa (así, sin diptongo...).
¡Pues nada, que
no nos falte la sal ni alguna dosis de salero! ¡Hasta la próxima!
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