quarta-feira, 19 de dezembro de 2018

Villancicos y poesía de Navidad


 Villancicos y poesía navideña


Los villancicos son canciones populares de temas navideños, de larga tradición en todo el ámbito hispánico, equivalentes a los Christmas carols del inglés o a las cantigas natalinas del portugués. Su nombre proviene del término villano, es decir, el habitante de las villas o aldeas, ya que los aldeanos o villanos eran quienes los cantaban o interpretaban, especialmente en las fiestas religiosas del tiempo de Adviento y Epifanía. Constan de estribillo (refrão), estrofas y versos de medida variable (con predominio de los versos de arte menor), que corresponden a la alternancia de las voces del solista y el coro[1].

En El Quijote (s. XVII), por ejemplo, se mencionan esta clase de composiciones navideñas en el capítulo XII de la primera parte. Se dice de un personaje culto (Grisóstomo): “[…] fue grande hombre de componer coplas [canciones, versos]: tanto, que él hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor, y los autos [piezas dramáticas] para el día de Dios [Corpus Christi]”.

En la época de Cervantes, los villancicos también se representaban, lo que ayudaba al pueblo a comprender mejor e “impregnarse” de los misterios navideños.    

Se trata de un género muy vivo en toda la cultura hispanohablante y, como otras manifestaciones poético-musicales, existen creaciones anónimas, de tradición oral, y otras elaboradas por célebres artistas que han sabido rescatar la esencia sencilla, luminosa y poética del género. A su vez, cada cultura de la geografía hispánica le ha dado un estilo y unos matices propios, como ocurre con los “salados” villancicos gitanos de Andalucía, que, como ya saben, es una región muy rica en poesía, cante, baile, etc.

Además de los villancicos en lengua romance, se compusieron abundantes villancicos en latín, de carácter universal, como el famoso Adeste fideles, conocido también como el Himno portugués, pues se atribuye su creación al rey Juan IV de Portugal, el "rey músico".  

Hay que destacar que el tema del Nacimiento de Jesús ha inspirado una copiosa literatura en España e Hispanoamérica. De los escritores más famosos de nuestras letras, es sin duda Félix Lope de Vega Carpio el autor que le dedicó las páginas más bellas y tiernas al Nacimiento de Jesús, y merecería por ello un artículo aparte. Baste decir aquí que escribió un libro dedicado a su hijo Carlos Félix, Pastores de Belén, que constituye una obra sui generis, pues es una novela pastoril “a lo divino” (la novela pastoril trataba de amores humanos, protagonizados por pastores, en escenarios bucólicos). La obra está entretejida de prosa y verso, y da muestras, a la vez, de la enorme cultura bíblica del autor y su poesía sencilla y luminosa. “Pastores de Belén es además el más destacado florilegio de villancicos y canciones de cuna de la lírica española de todos los tiempos”, como se lee en una reseña de la editorial Cátedra.

Y entre los poetas modernos que han dedicado composiciones a la Navidad, habría que citar a Lorca, Gerardo Diego, Gloria Fuertes, Luis Rosales, Amado Nervo, Rubén Darío, por mencionar solo a algunos…

Como el repertorio de villancicos y de poesía navideña es abundantísimo, les dejo aquí tan solo una pequeña selección de letras de villancicos y poesías de motivo navideño. Incluyo también los villancicos de origen extranjero, los famosísimos Noche de paz y El niño del tambor. “Para muestra, un botón”, como decimos. Y, por cierto, la mayoría de ellos los pueden escuchar en Internet (les dejo algunos vídeos aquí). ¡Que los disfruten!

Campana sobre Campana

Campana sobre campana
y sobre campana una;
asómate a la ventana,
verás al Niño en la cuna.

(Estribillo)*
Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan,
¿qué nuevas me traéis?

Recogido tu rebaño,
¿adónde vas pastorcillo?
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino.

Campana sobre campana
y sobre campana dos,
asómate a la ventana
porque está naciendo Dios.

Caminando a medianoche,
¿dónde caminas, pastor?
Le llevo al Niño que nace
como a Dios mi corazón.

Campana sobre campana
y sobre campana tres,
en una cruz a esta hora
el Niño va a padecer.

*El estribillo se repite entre estrofa y estrofa.


Los peces en el río

La Virgen se está peinando, 
entre cortina y cortina,
los cabellos son de oro, 
el peine de plata fina.

(Estribillo)
 
Pero mira cómo beben 
los peces en el río,
pero mira cómo beben
por ver al Dios nacido.

Beben y beben 
y vuelven a beber,
los peces en el río,
por ver a Dios nacer.

La Virgen está lavando
y tendiendo en el romero.
Los angelitos cantando 
y el romero floreciendo.

La Virgen va caminando,
va caminando solita,
y no lleva más compañía
que el Niño de la manita.

La Virgen está lavando 
con un poquito jabón,
se le picaron las manos, 
manos de mi corazón.


Ande la Marimorena

Estribillo
Ande, ande, ande la Marimorena,
ande, ande, ande, que es la Nochebuena.
Ande, ande, ande la Marimorena,
ande, ande, ande, que es la Nochebuena.

En el Portal de Belén 

hay estrellas, sol y luna,
la Virgen y San José 

y el Niño que está en la cuna.

En el Portal de Belén 

hacen lumbre los pastores,
para calentar al Niño 

que ha nacido entre las flores.

Una estrella se ha perdido 

y en el cielo no aparece,
en el portal se ha metido 

y en su rostro resplandece.

En el Portal de Belén 

hay un hombre haciendo gachas,
con la cuchara en la mano 

repartiendo a las muchachas.
 
La Virgen está tendiendo 

entre tomillo y jara,
los pajaritos cantando 

le alegran la mañana.

Un pastor comiendo sopas 

en el aire divisó
a un ángel que le decía 

“ha nacido el Redentor”.

Cargadito de regalos, 

¿dónde vas tú, pastorcillo?
Voy al portal de Belén 

que esta noche nace el Niño.

Todos le llevan al Niño, 

yo no tengo qué llevarle,
le llevo mi corazón, 

que en el mundo es lo que vale.

De Oriente salen tres Reyes 

para adorar al Dios Niño,
una estrella les guiaba 

para seguir el camino.

A esta puerta hemos llegado 

cuatrocientos en cuadrilla,
si quieres que nos sentemos, 

saca cuatrocientas sillas.




Los campanilleros 

En la noche de la Nochebuena
bajo la estrellas de la madrugá,
los pastores con sus campanillas
adoran al Niño que ha nacido ya.
Y con devoción 
van tocando zambombas y panderos,
cantándole coplas al Niño Dios.

A la puerta de un rico avariento
llegó Jesucristo y limosna pidió,
y en lugar de darle la limosna
a los perros que había los azuzó.
Pero quiso Dios
que los perros al momento murieran,
y el rico avariento pobre se quedó...
Ay...


Otra versión de Los campanilleros (cantada por la Niña de Puebla)     

En los pueblos de mi Andalucía,
los campanilleros por la madrugá
me despiertan con sus campanillas
y con sus guitarras me hacen llorar.

En los pueblos de mi Andalucía,
los campanilleros por la madrugá
me despiertan con sus campanillas
y con sus guitarras me hacen llorar.
Y empiezo a cantar.
Y al oírme, tos [todos] los pajarillos
cantan en las ramas y echan a volar.

Pajarillos que estáis en el campo
gozando el amor y la libertad,
recordadle a la niña que quiero
que salga a su reja por la madrugá.
Que mi corazón
se lo entrego al momento que llegue,
cantando las penas que he pasa(d)o yo.

A la puerta de un rico avariento
llegó Jesucristo y limosna pidió.
Pero en vez de darle la limosna,
a los perros que había los azuzó.
Pero quiso Dios
que al momento los perros murieran,
y el rico avariento pobre se quedó.




El niño del Tambor

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió;
los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón,
Ropopompón, ropopompón.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.

Yo quisiera poner a tus pies,
algún presente que te agrade, Señor,
mas tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
Ropopompón, ropopompón.
En tu honor frente al portal tocaré,
con mi tambor.

El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor,
nada mejor hay que yo pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor.
Ropopompón, ropopompón.
Cuando Dios me vio tocando ante él,
me sonrió.


Los pastores a Belén

Los pastores a Belén
corren presurosos,
llevan de tanto correr
los zapatos rotos.

Ay, ay, ay, qué alegres van.
Ay, ay, ay, sí volverán
con la pan, pan, pan;
con la de, de, de;
con la pan, con la de,
con la pandereta
y las castañuelas.

Un pastor se tropezó
a media vereda
y un borreguito gritó:
“¡Ese ahí se queda!”.

Los pastores de Belén
están muy contentos
porque nació el Niño Dios,
uno como ellos.


Noche de paz, noche de amor

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Entre los astros que esparcen su luz
bella anunciando al Niñito Jesús,
brilla la estrella de paz,
brilla la estrella de paz.

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Solo velan en la oscuridad
los pastores que el campo están,
y la estrella de Belén,
y la estrella de Belén.

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Sobre el santo Niño Jesús
una estrella esparce su luz.
Brilla sobre el Rey,
brilla sobre el Rey.

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Fieles velando allí en Belén,
los pastores, la madre también,
y la estrella de Belén,
y la estrella de Belén.




Nochebuena
De Amado Nervo

Pastores y pastoras,
abierto está el Edén.
¿No oís voces sonoras?
Jesús nació en Belén.

La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja
cual pajarillo está.

El niño está friolento.
¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento
al Niño Rey!

Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.

Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
¡Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!

¡Pastores, en bandada,
venid, venid,
a ver la anunciada
Flor de David!...

Villancicos de Lope de Vega
(Versos extraídos de Pastores de Belén)

No lloréis mis ojos…

No lloréis, mis ojos,
Niño Dios, callad;
que, si llora el Cielo,
¿quién podrá cantar?

Si del hielo frío,
Niño Dios, lloráis,
turbarase el cielo
con tal tempestad.
Serenad los soles,
y el suyo podrá
deshacer los hielos
que os hacen llorar.
Cantarán los hombres
en la tierra paz;
que, si llora el Cielo,
¿quién podrá cantar?

Vuestra Madre hermosa,
que cantando está,
llorará también
si ve que lloráis.
O es fuego o es frío
la causa que os dan:
si es amor, mis ojos,
muy pequeño amáis.
Enjugad las perlas,
nácar celestial;
que, si llora el Cielo,
¿quién podrá cantar?

[…] 
Por estas montañas
descendiendo van
pastores, cantando
por daros solaz.
Niño de mis ojos,
¡ea!, no haya más;
que, si llora el Cielo,
¿quién podrá cantar?

Nace el alba clara…

Nace el alba clara,
la noche pisa,
del cielo la risa
su paz declara;
el tiempo se para
por solo vella,
desterrando la noche
de nuestras penas.

Para ser señora
del cielo, levanta
esta niña santa
su luz aurora;
él canta, ella llora
divinas perlas,
desterrando la noche
de nuestras penas.

Aquella luz pura
del Sol procede,
porque cuanto puede
le da hermosura;
el alba segura
que viene cerca,
desterrando la noche
de nuestras penas.

Las pajas del pesebre…

Las pajas del pesebre,
Niño de Belén,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Lloráis entre las pajas
de frío que tenéis,
hermoso Niño mío,
y de calor también.

Dormid, Cordero santo.
Mi vida, no lloréis,
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.

Dormid entre las pajas,
que aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven,
serán mañana espinas
en corona cruel.

Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer.

Que aunque tan grandes deudas
en paja cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Dejad el tierno llanto,
divino Emanuel:
que perlas entre pajas
se pierden sin porqué.

No piense vuestra madre
que ya Jerusalén
previene sus dolores,
y llore con José.

Que aunque pajas no sean
corona para Rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

De una Virgen hermosa…

De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.

Cuando del Oriente
salió el sol dorado,
y otro sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.

«Hermosa María,
dice el sol vencido,
de vos ha nacido
el sol que podía
dar al mundo el día
que ha deseado».
Esto dijo humillado
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.

Zagalejo de perlas…

Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?

Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
sin choza y lana,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?

Perlas en los ojos,
risa en la boca,
las almas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?

Que tenéis que hacer,
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
aunque vais a ver
disfrazado el alma,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?

Pues andáis en las palmas…

Pues andáis en las palmas,
ángeles santos,
que se duerme mi Niño,
tened los ramos.

Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto,
no le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi Niño,
tened los ramos.

El Niño divino,
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto,
que se duerme mi Niño,
tened los ramos.

Rigurosos hielos
le están cercando,
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.

Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi Niño,
tened los ramos.



[1] Existió también una clase de villancicos profanos, un género poético-musical que se desarrolló en España y Portugal durante el Renacimiento (vilancetes o vilhancicos en portugués) y que trataba sobre todo de temas amorosos.

DIEZ LOCUCIONES CON EL VERBO IR