El nebuloso origen de la palabra España (y otras musarañas)[1]
(lea la versión en portugués a continuación del artículo en esp.)
Por Rosa C. Elena
Detrás de algunos nombres –y el de España es
uno de ellos–, se esconde la larga historia de varias civilizaciones; sus
huellas se superponen de modo invisible. Se parecen a aquellas ciudades que se
han reedificado sobre otras ciudades, o a aquellos antiguos pergaminos que, debajo
de su escritura, escondían otra escritura (los palimpsestos). La toponimia –esa
especie de arqueología de la palabra– es la fascinante ciencia que desentierra
poco a poco los perdidos sustratos que se ocultan en los nombres que llamamos
topónimos. Su trabajo es muchas veces el de inferir y reconstruir, de proponer
nuevos misterios o nuevas hipótesis, sin llegar en ocasiones a respuestas definitivas.
La etimología de los distintos nombres de los países del mundo nos permite,
pues, conocer su historia, su geografía, sus habitantes y, a menudo, el paso o
la presencia en sus territorios de otros pueblos y culturas. Algunos topónimos
nos revelan conceptos inesperados o sorprendentes (Groenlandia, por ejemplo, es,
contra toda apariencia, la “tierra verde” y las Islas Canarias son, para
alegría de muchos, las “islas de los canes”). Otros topónimos (como el del ejemplo anterior) se prestan a
fáciles equívocos: después de todo, no sería extraño
que alguien pensara que Finlandia es el fin de la Tierra, Islandia la tierra de
la isla o Portugal el puerto del gallo…
Pero ¿de dónde viene entonces la palabra España? ¿Ya se han preguntado por
qué se llama así la tierra del Quijote y Sancho, de Rocinante y Rucio, y
de otros animales curiosos, como grullas y musarañas? Los invitamos a saberlo
(o a suponerlo, mejor dicho, pues todo son hipótesis) en esta primera entrada
de nuestro blog.
Si examinamos el origen de los nombres de los continentes, países y
ciudades del globo, pronto veremos que dichos topónimos derivan, grosso modo:
1) de personajes históricos, mitológicos o divinidades (América, Perú, Egipto);
2) de su ubicación geográfica (Australia, Noruega, Antártida);
3) de una etnia, un pueblo (o alguno de sus atributos), un primitivo
asentamiento (Francia, Finlandia, Hungría);
4) de su clima, relieve, orografía (u otras características geográficas), sus
minerales (Islandia, Portugal, Argentina);
5) de su flora o su fauna (Uruguay, Brasil, Guatemala).
Sin embargo, como decíamos antes, no son pocos los topónimos cuyo origen permanece
en el misterio y continúan siendo objeto de investigación. Entre ellos, el de
España. Y si nos atenemos a las distintas interpretaciones de historiadores y
lingüistas sobre su etimología, el origen de la palabra España podría
corresponder a todas las categorías mencionadas, aunque la etimología vinculada
a la última (5) es la que se ha ido imponiendo, incluso entre teorías más
modernas...
Veamos la historia de la palabra y algunas (de las muchas) hipótesis sobre
su origen.
Su etimología más próxima, y que no ofrece dudas, es el nombre latino Hispania.
Así llamaban los romanos no solo a la actual España, sino a la Península Ibérica,
es decir, a los territorios hoy comprendidos por España, Portugal, Andorra,
Gibraltar y una parte del sur de Francia.
Tampoco ofrece dudas el nombre que le daban los griegos, Iberia;
topónimo que convivió durante algún tiempo con el de Hispania. Se cree
que la palabra Iberia deriva de Íber, más tarde Ebro, nombre del
río más largo y caudaloso de España. Algunos creen que “íber” podría significar
simplemente “río” en lengua autóctona.
Hasta aquí el origen de la palabra es claro. El problema empieza con los
“ancestros” etimológicos de Hispania.
En sus Etimologías, San Isidoro de Sevilla afirma que Hispania
deriva de Híspalo (personaje legendario emparentado con Hércules, también
llamado Hispan, y que habría sido rey de la antigua Hispania). San Isidoro
alude también a otra denominación griega de Hispania, Hesperia (nombre
que viene de Héspero, la primera estrella visible en occidente al caer
el sol, el lucero vespertino). España sería entonces “la tierra de occidente”
para los griegos.
Se sabe que los griegos llamaban Hesperia a la región occidental del
Mediterráneo, a Italia y posiblemente a España. Por eso, algunos creen que Hispania
podría ser una deformación de Hesperia.
Otros autores prefieren vincular la etimología de Hispania con el nombre de
una de las ciudades más antiguas de la Península: la Hispalis de los
latinos (actual Sevilla), cuyo nombre primitivo era Ispal o Spal.
Se piensa que este término es de origen fenicio o bien autóctono, y significa
“ciudad de occidente” o “llanura”. De cualquier manera, resulta significativa
la semejanza entre ambos topónimos (Hispalis e Hispania). (Nótese también la
semejanza entre Híspalo e Hispalis o Hispan e Hispania).
Otra hipótesis es la que ofrece el célebre geógrafo e historiador griego,
Estrabón, según el cual Hispania deriva de spnanion (en griego: raro,
maravilloso, precioso). El término haría alusión a las riquezas naturales de la
Península: sus metales, sus frutos, etc.
Para la mayoría de los historiadores y lingüistas –antiguos o modernos–,
sin embargo, la palabra Hispania es de origen fenicio-púnico y deriva de
la voz “span”, que dio lugar a I-span-ya. Pero
aunque los investigadores estén de acuerdo en el origen fenicio de Hispania,
resulta controvertido el significado de “span”. I-span-ya podría significar
“tierra oculta o escondida” (para los fenicios la Península era una tierra
remota), “tierra del norte” (si se toma como referencia la costa de África,
desde donde los fenicios habrían llegado a España), “tierra donde se forjan o
baten metales” (España era rica en diversos metales) o, la hipótesis que se ha
impuesto sobre las demás, “tierra o isla (o costa) de los conejos”.
![]() |
Los fenicios llegaron a la Península alrededor del siglo XII a. C. |
Aunque muchos estudiosos han discutido esta interpretación, su mayor aceptación
se debe posiblemente a la “autoridad” de los latinos y su simbología, pues, por
un lado, varios escritores latinos se refieren a España como tierra de conejos
(Varrón, Plinio el Viejo…), en especial el poeta Cayo Valerio Catulo (87 a. C. –
57 a. C.) que la llama Celtiberia “cuniculosa”, es decir, abundante en conejos
(en latín conejo es cuniculus). (Dice Catulo: Cuniculosae Celtiberiae
fili [Hijo de la constante Celtiberia, en conejos abundante], Cat.
in Egnatium, v. 575).
Por otro lado, en las monedas de la época de Adriano (76-138), emperador que,
además, era español, se representa a Hispania como una mujer junto a un olivo y
con un conejo a sus pies, ambos símbolos de España.
![]() |
Moneda de la época del emperador Adriano en la que puede verse la mujer que representa a Hispania con un conejo a sus pies |
Quienes refutan la etimología de “tierra de conejos” alegan que los
fenicios no conocían el conejo y no tenían una palabra para este animal. Sin
embargo, probablemente conocieran la liebre (originaria del continente europeo)
y seguramente el damán (animal parecido al conejo y que abunda en África). De
hecho, saphán en lengua fenicia es literalmente “damán” (pl. sphanim).
El conejo de la Península Ibérica, el Oryctolagus
cuniculus, al
parecer no era conocido fuera de ella, no lo conocían ni griegos ni latinos (si
bien sí conocían la liebre).
No parece convincente, contra la hipótesis de “los
conejos”, el que los fenicios no conocieran el animal, y quizá sea este,
precisamente, un motivo más a favor de esta denominación. Pues pudo haber
llamado su atención –del mismo modo que llamó la atención de los griegos o los
romanos–, de manera que asociaron las tierras de España con un animal que era peculiar
para ellos y además extremamente abundante. Lo mismo podría haber ocurrido si
un primitivo habitante sudamericano llegase por primera vez a las costas de
España y viera un buen número de conejos. Podría haber llamado a la tierra de
los iberos “tierra de los conejillos de Indias (de España)” o, mejor aún,
“tierra de las vizcachas”; o si hubiera visto el imponente lince ibérico, quizá
la hubiera llamado “tierra de los jaguares (con barba)”, etc.
![]() |
Conejo "cervantino", según la pluma de Vanderlei Carreão |
Por otra parte, España no sería el único topónimo que deriva de la fauna de
una región. Uruguay, por ejemplo, significa “río de los pájaros”
(“pájaros pintados”, según la versión poética del escritor Juan Zorrilla de San
Martín). O el topónimo Islas Feroe “tierra de las ovejas”.
Como ven, aún queda mucho por descubrir sobre los misteriosos topónimos. Tendremos
que seguir hurgando el laberinto subterráneo de estos nombres, como conejos,
como topos o como hurones…
1Al final de este artículo se incluye un
glosario español-portugués de algunos animales de Europa y América.
Por Rosa C. Elena
Por trás de alguns
nomes – e o de Espanha é um deles –, esconde-se a longa história de várias
civilizações; suas pegadas se superpõem de modo invisível. Parecem-se com aquelas
cidades reedificadas sobre outras cidades, ou com aqueles antigos pergaminhos
que, debaixo de sua escrita, escondiam outra escrita (os palimpsestos). A
toponímia – essa espécie de arqueologia da palavra – é a fascinante ciência que
desenterra pouco a pouco os perdidos substratos que se ocultam nos nomes que
chamamos topônimos. Seu trabalho é muitas vezes o de inferir e de reconstruir,
de propor novos mistérios ou novas hipóteses, sem chegar, por vezes, a respostas
definitivas...
A etimologia dos
diferentes nomes dos países do mundo nos permite, pois, conhecer sua história,
sua geografia, seus habitantes e, amiúde, a passagem ou a presença nos seus
territórios de outros povos e culturas. Alguns topônimos nos revelam conceitos
inesperados ou surpreendentes (Groenlândia, por exemplo, é, contra toda a aparência,
a “terra verde”, e as Ilhas Canárias são as “ilhas dos cães”). Outros, como o
do exemplo anterior, prestam-se a fáceis equívocos. Afinal, não seria estranho
que alguém pensasse que Finlândia é o fim da Terra, Islândia a terra da ilha, ou
Portugal o porto do galo…
Mas de onde vem
então a palavra Espanha? Perguntaram-se alguma vez por que se chama
assim a terra de D. Quixote e de Sancho, de Rocinante e de Ruço, e de outros
animais curiosos, como grous e musaranhos? Convidamo-los a sabê-lo (ou a supô-lo,
melhor dito, pois todo são hipóteses) nesta primeira entrada de nosso blog.
Se examinarmos a
origem dos nomes dos continentes, dos países, das cidades, etc., do globo, logo
veremos que tais topônimos derivam, grosso modo:
1) de personagens
históricas ou mitológicas ou de divindades (América, Peru, Egito);
2) de sua
localização geográfica (Austrália, Noruega, Antártida);
3) de uma etnia, de um
povo (ou algum de seus atributos), de um primitivo assentamento (França, Finlândia,
Hungria);
4) de seu clima, de
seu relevo, de sua orografia (ou outras características geográficas), de seus
minerais (Islândia, Paraguai, Argentina);
5) de sua flora ou de
sua fauna (Uruguai, Brasil, Guatemala).
Contudo, como dizíamos antes, não são
poucos os topônimos cuja origem permaneça misteriosa e continuam a ser objeto
de investigação. Entre eles, o de Espanha. E, se nos atemos às diferentes
interpretações de historiadores e de linguistas sobre sua etimologia, a origem
da palavra Espanha poderia corresponder a todas as categorias mencionadas,
ainda que a etimologia vinculada à última (5) seja a que se foi impondo, mesmo
entre as teorias mais modernas...
Vejamos a história da palavra e algumas
(das muitas) hipóteses sobre sua origem.
Sua etimologia mais próxima, e que não
oferece dúvidas, é o nome latino Hispânia. Assim chamavam os romanos não
só à atual Espanha, mas à Península Ibérica, ou seja, os territórios hoje
compreendidos pela Espanha, por Portugal, pela Andorra, por Gibraltar e por uma
parte do sul da França.
Também não oferece dúvidas o nome que
lhe davam os gregos, Ibéria, topônimo que conviveu durante algum tempo
com o de Hispânia. Supõe-se que a palavra Iberia derive de Iber,
depois Ebro, nome do rio mais longo e caudaloso da Espanha. Alguns acreditam
que “iber” pudesse significar simplesmente “rio” na língua dos antigos iberos.
Até aqui a origem da palavra é clara. O
problema começa com os “ancestrais” etimológicos de Hispânia.
Na suas Etimologias, São
Isidoro de Sevilha afirma que Hispânia deriva de Híspalo (personagem legendário
aparentado a Hércules, também chamado Hispan, e que haveria sido rei da antiga
Hispânia). São Isidoro alude também a outra denominação grega da Hispânia, Hespéria
(nombre que vem de Héspero, a primeira estrela visível no ocidente ao
cair o sol, o luzeiro vespertino). Espanha seria então a terra de ocidente para
os gregos.
Sabe-se que os gregos chamavam
Hespéria à região ocidental do Mediterrâneo, à Itália e possivelmente à Espanha.
Por isso, alguns acreditam que Hispânia possa ser uma deformação de Hespéria.
Outros autores preferem vincular a
etimologia de Hispânia ao nome de uma das cidades mais antigas da Península: a Hispalis
dos latinos (atual Sevilha), cujo nome primitivo era Ispal ou Spal.
Pensa-se que este termo é de origem fenícia ou autóctone, e significaria “cidade
de ocidente” ou “planície”. De qualquer maneira, é significativa a semelhança
entre os dois topônimos (Hispalis e Hispânia). (Note-se também a semelhança
entre Híspalo e Hispalis ou Hispan e Hispania.)
Outra hipótese é a que propõe o célebre
geógrafo e historiador grego Estrabão, segundo o qual Hispânia deriva de spnanion
(em grego: raro, valioso, precioso). O termo faria alusão às riquezas naturais
da Península: seus minerais, seus frutos, etc.
Para a maioria dos historiadores e
linguistas – antigos ou modernos –, no entanto, a palavra Hispânia é de
origem fenício-púnica e deriva da voz “span” que deu lugar a I-span-ya. Porém,
ainda que concordem na origem fenícia, é controverso o significado de “span”. I-span-ya
poderia significar “terra oculta ou escondida” (para os fenícios a Península
era uma terra remota), “terra do norte” (se se toma como referência a costa da
África, de onde os fenícios haveriam chegado à Espanha), “terra onde se forjam
ou batem metais” (a Espanha era rica em diversos metais), ou a hipótese que se
impôs sobre as outras: “terra ou ilha (ou costa) dos coelhos”.
![]() |
Os fenícios chegaram à Península no século XII a. C. e fundaram várias cidades na costa andaluza |
Embora muitos estudiosos hajam discutido
esta última interpretação, sua maior aceitação se deve possivelmente à
“autoridade” dos latinos e sua simbologia, pois, por um lado, vários escritores
latinos se referem à Espanha como terra de coelhos (Varrão, Plínio o Velho…),
em especial o poeta Caio Valério Catulo (87 a. C. – 57 a. C.), que a chama Celtibéria
“cuniculosa”, ou seja, abundante de coelhos (em latim coelho se diz cuniculus).
(Diz Catulo: Cuniculosae Celtiberiae fili [Filho da constante Celtibéria,
de coelhos abundante], Cat. in Egnatium, v. 575).
Por outro lado, nas moedas da época de
Adriano (76-138), imperador que, além do mais, era espanhol, representa-se a
Hispânia como uma mulher junto a uma oliveira e com um coelho aos pés, ambos os
símbolos da Espanha.
![]() |
Moeda da época de Adriano, na qual pode ver-se a mulher que representa Hispânia e o coelho aos seus pés |
Aqueles que refutam a etimologia
“terra de coelhos” alegam que os fenícios não conheciam o coelho e não tinham
uma palavra para esse animal. No entanto, provavelmente conheciam a lebre
(originária do continente europeu) e seguramente o daimão ou dassie (animal parecido com o coelho e
que abunda na África). Saphán em língua fenícia seria “daimão” (pl. sphanim).
O coelho da Península Ibérica, o Oryctolagus cuniculus,
não era talvez conhecido fora dela, não o conheciam nem gregos nem latinos (conquanto,
sim, conhecessem a lebre).
Não parece
convincente contra a hipótese dos “coelhos” o fato de que os fenícios não
conheceram o animal, e é possível que seja este, precisamente, mais um motivo a
favor daquela denominação. Pois pode ter chamado sua atenção – do mesmo modo
que chamou a atenção dos gregos ou dos romanos –, de maneira que tivessem associado
as terras da Espanha a um animal que fosse peculiar para eles e, ademais,
extremamente abundante. O mesmo podia ter acontecido se um primitivo habitante da
América do Sul chegasse pela primeira vez às costas da Espanha e visse um bom
número de coelhos. Poderia ter chamado à terra dos iberos “terra dos porquinhos-da-índia
(da Espanha)”, ou “terra das viscachas (sem rabo)”, ou, no caso do imponente
lince ibérico, “terra das onças (com barba)”, etc., etc.
![]() |
Coelho "cervantino", desenho de Vanderlei Carreão |
Por outro lado, a Espanha não seria o
único topônimo vinculado à fauna de uma região. Uruguai, por exemplo,
significa “rio dos pássaros” (ou “rio dos pássaros pintados”, segundo a versão
poética do escritor Juan Zorrilla de San Martín). Ou o topônimo Ilhas Feroe,
“ilhas das ovelhas”.
Como se pode ver, ainda falta muito
por descobrir quanto aos misteriosos topônimos. Teremos de seguir fuçando o labirinto subterrâneo destes nomes, como coelhos, toupeiras
ou furões…
[1] Musaraña significa musaranho
(pequeno mamífero semelhante ao camundongo, mas com um focinho pontudo e
comprido). Também tem, todavia, o significado de “pequena nuvem que se põe
diante dos olhos, que nubla a visão”, e é com este sentido que usamos o termo...
[2] No final deste artigo, dá-se
um glossário espanhol-português de animais da Espanha e da América.
Breve glosario español-portugués de animales
Animales de España (y Europa)
Abubilla: poupa
Ardilla: esquilo
Buitre del
Viejo Mundo: abutre
Burro zamorano-leonés:
burro
zamorano-leonês
Caballo
andaluz: cavalo andaluz
Cigüeña:
cegonha
Comadreja: doninha
Conejo: coelho
Erizo: ouriço
Gamo: gamo
Grulla: grou
Hurón: furão
Jabalí: javali
Liebre: lebre
Lince: lince
Lirón: lirão / arganaz
Lobo: lobo
Musaraña: musaranho
Nutria: lontra
Oso pardo europeo: urso-pardo-europeu
Ratón de campo: camundongo
Rata: rato
Tejón: texugo
Topo: toupeira
Zorro rojo o zorro común: raposa-vermelha
|
Animales de América
Armadillo / tatú
/ mulita: tatu
Carpincho /
capibara: capivara
Colibrí /
picaflor: beija-flor
Cobaya, cuy,
conejillo de Indias: porquinho-da-índia
Guacamayo:
arara
Jaguar / yaguar: onça-pintada
Llama: lhama
Mofeta / zorrino: cangambá / doninha fedorenta
Mono capuchino: macaco-prego-de-cara-branca
Oso hormiguero: tamanduá
Ñandú: nhandu / ema
Perezoso: bicho-preguiça
Tamarino león dorado: mico-leão-dourado
Tapir amazónico, anta, danta: anta
Tití emperador: sagui-imperador
Tucán: tucano
Vizcacha: viscacha
Urubú / buitre del Nuevo Mundo / zopilote: urubu
Zarigüeya: gambá
|
![]() |
Musaraña / Musaranho |
![]() |
Conejo / Coelho |
![]() |
Damán / Damão |
![]() |
Comadreja / Doninha |
![]() |
Abubilla / Poupa |
![]() |
Burro zamorano-leonés / Burro zamorano-leonês |
![]() |
Caballo andaluz / Cavalo andaluz |
![]() |
Grulla / Grou |
![]() |
Lince ibérico / Lince ibérico |
![]() |
Mono capuchino / Macaco-prego-de-cara-branca |
![]() |
Tejón / Texugo |
![]() |
Tití emperador / Sagui imperador |
Nenhum comentário:
Postar um comentário