quarta-feira, 25 de julho de 2018

Breve historia del Camino de Santiago


Con razón el Camino de Santiago ha sido llamado “Calle Mayor[1] de Europa”, ya que desde la Edad Media millones de peregrinos, provenientes de todos los rincones[2] del viejo continente, han trazado y transitado las múltiples arterias, los diversos caminos que los han llevado al norte de España, concretamente a la tumba del apóstol Santiago el Mayor o Santiago de Zebedeo, en la espléndida catedral de Santiago de Compostela, antigua ciudad de Galicia.




Veamos por qué y de qué modo han surgido los distintos caminos del llamado Camino de Santiago…

Según la tradición, el apóstol Santiago el Mayor, patrono[3] de España y de varias ciudades hispanoamericanas, fue quien evangelizó la antigua Hispania (que comprendía entonces España y Portugal) después de la muerte de Cristo; y se cree, con base en diversos estudios y en no pocos documentos de historiadores y santos antiguos, que sus restos descansan actualmente en Galicia, al noroeste de España. La presencia del apóstol en las tierras de la Península también se vincula a la Virgen del Pilar y a la antigua ciudad romana Caesaraugusta (actual Zaragoza), a orillas del Ebro; es decir, tiene raíces muy hondas en la historia de España. La tradición señala que la Virgen, estando aún viva, se le apareció a Santiago sobre un pilar de un mármol de origen foráneo[4] en Caesaraugusta. Este pilar se conserva aún en la basílica de Zaragoza y ha sido tocado y venerado por innúmeros peregrinos a lo largo de la historia. (Por esta primitiva advocación mariana es que muchas españolas e hispanoamericanas han recibido el nombre de Pilar).  


   
Si bien durante los siglos VII y VIII diversos textos ya dan noticia del sepulcro del apóstol, el hallazgo[5] de los restos de Santiago se produce recién en el siglo IX. Lo descubrió, según una antigua tradición, un ermitaño[6] llamado Pelayo, quien durante varias noches fue testigo[7] de un misterioso fenómeno que se produjo en el bosque Libredón (en la actual Santiago de Compostela). Vio en aquel lugar, en torno a un pequeño monte, una especie de lluvia de estrellas, una extraña luminosidad que nunca había contemplado antes (algunos creen que el topónimo Compostela está relacionado con este episodio; así, el nombre Campus Stellae [literalmente “campo de estrellas”] habría dado origen a Compostela). Creyendo que el fenómeno podría encerrar alguna señal divina, Pelayo le comunicó su visión al entonces obispo de la cercana e importante localidad de Iria Flavia, Teodomiro. El obispo se trasladó[8] al lugar con su séquito[9] y, además de presenciar el misterioso fenómeno, encontraron el antiguo sepulcro oculto en el bosque. Los restos de Santiago estaban, según se cree, junto a los de sus discípulos Teodoro y Atanasio (también hoy en la catedral de Santiago).  
     
Teodomiro, a su vez, dio noticia de este hecho al rey astur[10] Alfonso II, uno de los reyes más importantes de su tiempo, quien “peregrinó” hasta el lugar y mandó construir la primera iglesia que cobijaría[11] las reliquias del santo. Tras sucesivas construcciones –y después de la destrucción de la iglesia prerrománica, llevada a cabo por orden del canciller musulmán Almanzor–, en 1075, durante el reinado de Alfonso VI, se inician las obras de la actual catedral compostelana.   


   
Muchos caminos, desde el hallazgo del sepulcro, comienzan a extenderse en España y Europa, y el flujo de peregrinos supone también un impacto cultural, sobre todo en la zona norte de España, donde se abre y se ensancha el más famoso y conocido de todos los caminos, el Camino Francés (declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) o el Camino del Norte, que atraviesa parajes[12] de una belleza única. Hay, en realidad, una infinidad de caminos trazados por siglos de fe y devoción, infinidad de huellas[13] en caminos de tierra o en las antiguas vías romanas, en aquellas arterias que comunicaban entre sí los remotos poblados. Es que Santiago, junto a Roma y Jerusalén, es uno de los grandes centros de peregrinación católica mundial. Y a la experiencia religiosa se suma, además, el encuentro de un entorno y una cultura milenarios, la belleza de los paisajes, los bosques, la arquitectura medieval, las posadas mágicas, los puentes de piedra y los pueblos encantados…   



[1] En España, la calle más importante o la principal en torno a la cual se edificaba y extendía una ciudad (se ubican con frecuencia en los cascos históricos).
[2] “Cantos, lugares afastados”.
[3] “Padroeiro”.
[4] Que procede de outro lugar; extraño, extranjero.
[5] “Descoberta”, “achado”.
[6] “Eremita”.
[7] “Testemunha”.
[8] “Deslocou-se”.
[9] Autoridades que lo acompañaban, “comitiva”.
[10] De Asturias, España.
[11] Guardaría, abrigaría, albergaría.
[12] Lugar, sitio...
[13] “Pegadas”.

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